El papel de los hábitos de vida
Los hombres tienen determinada una mayor predisposición, a nivel genético, de enfermar por trastornos cardiovasculares. Asimismo, pueden sufrir una dolencia exclusiva de hombres, el cáncer de próstata. Los hábitos de vida y una elección dietética más o menos saludable tienen un papel relevante tanto en la prevención como en el tratamiento de estas enfermedades.
El análisis reciente de la Encuesta Nacional de Salud, del Ministerio de Sanidad y Consumo, muestra los hábitos de vida y de alimentación de los varones (también de las mujeres) que influyen directamente a corto, medio o largo plazo en su salud. Hay evidencia suficiente como para creer que, modulando la alimentación durante la juventud, se pueden evitar muchas de las enfermedades crónicas e incapacitantes que afectan a gran parte de los varones adultos.
Ayuno y almuerzo nocivo
Muchos son los esfuerzos que desde el Ministerio de Sanidad y Consumo e instituciones públicas y privadas se dirigen a la promoción del hábito del desayuno. Sin obviar que se trata de un problema alimentario infantil, los datos de aquellos hombres que no cumplen con esta costumbre no pueden pasar desapercibidos. Según la encuesta, son muchos los jóvenes (algunos de ellos padres de niños pequeños) que no dan el buen ejemplo a sus hijos en este importante hábito dietético. El 5,6% de los varones de entre 25 y 44 años no desayuna, el 18% sólo toma líquido (café, té o leche con cacao) y el 2% acompaña la bebida de fruta o zumo. Aunque este último desayuno es más consistente, no es suficiente como para romper el ayuno de toda la noche. Similar costumbre tienen los varones de más edad. Aunque son menos los que no suele desayunar nada (2,86%), son algunos más los que hacen un desayuno demasiado frugal (23,56%).
— La costumbre social de ir al bar y comer un bocadillo con vino o cerveza puede acentuar el desequilibrio de la dieta —
Este problema se resuelve si a las pocas horas se acostumbra a almorzar. De todas maneras, el problema puede persistir según el tipo de almuerzo. La costumbre social de acudir al bar y comer un bocadillo de embutido o tortilla (lo más frecuente) acompañado de vino o cerveza, casi siempre con el café azucarado posterior, puede acentuar el desequilibrio. Si se repiten habitualmente los mismos alimentos, la sobrecarga de lípidos y azúcares para el organismo va a incidir en los niveles de estos nutrientes en la sangre.
Cuando uno es joven, el organismo es capaz de modular eficientemente la sobrecarga de nutrientes. Pero a medida que pasan los años es cuando, de un año para otro, a uno le diagnostican en una analítica rutinaria que tiene alterados los niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa o ácido úrico. Los almuerzos grasos y calóricos como parte de una dieta desequilibrada acaban por pasar factura. Con la edad, las malas costumbres son más difíciles de cambiar, pero son necesarias para evitar trastornos de salud mayores e incapacitantes.
Hombres que no hacen dieta
Según la Encuesta Nacional de Salud, las mujeres jóvenes y adultas hacen más dieta o régimen especial que los hombres (el 10,56% de las mujeres de 25 a 44 años frente al 6,51% de los hombres). Con la edad, las distancias se reducen (el 16, 67% de las féminas entre 45 y 64 frente al 12,93% en los varones de la misma edad). Lo preocupante es que, en muchos casos, el efecto que persiguen las mujeres a estas edades es seguir una dieta de adelgazamiento, en ocasiones sin criterio o asesoramiento nutricional.
Los hombres son, en general, más reticentes a cualquier cambio dietético. Dichas variaciones las llevan a cabo, en muchas ocasiones, como tratamiento de alguna enfermedad y no como medida preventiva. De hecho, prácticamente la mitad de los varones entre 25 y 44 años tienen sobrepeso, y el 21% de los hombres de más de 45 años padece obesidad. Sin embargo, son pocos los que, tal como muestran las estadísticas, siguen un tratamiento dietético específico. A esto se suma que 4 de cada 10 varones adultos (entre 25 y 64 años) no tienen costumbre de realizar ningún tipo de actividad o ejercicio físico durante su tiempo libre. El sedentarismo, entonces, se convierte en un factor de riesgo que se suma a la lista de malos hábitos descritos entre parte de la población masculina.
La encuesta constata que es a partir de los 65 años cuando el porcentaje de hombres y mujeres que siguen dieta o régimen especial es parecido (18,27% de los varones y 19,49% de las mujeres). A estas edades, sin duda, la dieta ya no sirve para prevenir, sino como complemento a un tratamiento médico para tratar una enfermedad.
Dieta antioxidante y tabaco
Atendiendo de nuevo a los recientes datos de la Encuesta Nacional de Salud, el 40% de los hombres entre 25 y 44 años, y el 34% entre 45 y 64, siguen fumando a diario. El porcentaje sigue siendo elevado, por tanto. Aunque a nivel preventivo es mejor dejar de fumar cuanto antes, es preciso adecuar la alimentación a esta situación y conocer qué alimentos no pueden faltar en la dieta de un fumador.
Los efectos nocivos del tabaco se reflejan en distintos órganos y sistemas del cuerpo como las arterias. Éstas se endurecen dificultando la circulación y la oxigenación de la sangre, lo que tiene un efecto directo en el aumento de la presión arterial. El tabaco se convierte así en un factor de riesgo cardiovascular a tener en cuenta entre la población general, en particular entre los hombres. Son ellos los que, por su condición masculina, tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Además, el tabaco puede favorecer el cáncer, entre ellos el de próstata. En España se diagnostican cada año unos 8.000 nuevos casos de cáncer de próstata, y casi todos los enfermos tienen más de 60 años.
La dieta, promotora de la salud
El papel de la dieta como promotora o, por el contrario, como protectora del cáncer de próstata está en continuo estudio. Las investigaciones se centran en la asociación profiláctica con antioxidantes como la vitamina E, el licopeno y el selenio.
Por tanto, en la dieta para hombres no pueden faltar los alimentos ricos en antioxidantes, más abundantes en los vegetales de color vivo y pronunciado como las frutas cítricas, las uvas negras, los melocotones y albaricoques, las ciruelas moradas y las frutas del bosque (moras, arándanos, grosellas). También las hortalizas como el tomate (rico en licopeno), los pimientos rojos, la calabaza, la remolacha, la zanahoria y las verduras de la familia de la col deberían estar presentes a diario. Asimismo, tener siempre a mano frutos secos es muy importante. Si se puede tomar un puñado de los mismos al día (mejor naturales y que deban pelarse), se cubrirán adecuadamente los requerimientos de vitamina E, cinc, selenio y polifenoles.
El fumador que no tome las 2 o 3 piezas de frutas necesarias (una de ellas rica en vitamina C) y una ensalada para suplir el desgaste diario de sus nutrientes esenciales, deberá considerar la recomendación del dietista de tomar, como complemento de la dieta, un complejo vitamínico antioxidante. Dicho consejo siempre tiene que llevarse a cabo bajo asesoramiento, ya que dosis extra de ciertas vitaminas mientras se fuma pueden resultar contraproducentes. Es el caso de los suplementos de betacaroteno, que podrían aumentar el riesgo de cáncer de pulmón.
El tabaco puede favorecer el cáncer, entre ellos el de próstata, exclusivamente masculino —
Moderar el alcohol
El consumo frecuente de alcohol entre los hombres puede convertirse en un hábito pernicioso si se tienen antecedentes de enfermedad cardiovascular o cáncer. Aunque los datos de la Encuesta no son concretos en cuanto a cantidad y tipo de bebida consumida y frecuencia de consumo, los porcentajes son elocuentes. Más del 80% de los varones adultos afirma consumir alcohol. Los almuerzos con botella de vino y carajillo (café con un chorro de coñac u otra bebida fuerte) son habituales entre muchos gremios tradicionalmente propios de los hombres, como los obreros y otros cuerpos relacionados con la construcción, así como de aquellos que realizan un esfuerzo físico importante.
El consumo diario de una cantidad de alcohol superior a la que el organismo es capaz de metabolizar (unos 30 g diarios para el hombre) resulta tóxico y degenera la función de los órganos. La Organización Mundial de la Salud estima que el varón tiene un problema de alcoholismo si toma al día 70 g de alcohol. Una botella de vino tinto (13º de graduación) o 5 latas de cerveza superan esta dosis.
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